Más Allá del Cerebro: La Microbiota Como Clave Oculta en las Enfermedades Neurodegenerativas
Autora:
Marta Bonilla Prieto – Universidad Francisco de Vitoria
Resumen:
Introducción:
Las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson se caracterizan por la acumulación anómala de proteínas, neuroinflamación y deterioro progresivo de las funciones neuronales. En los últimos años, se ha investigado el papel del eje intestino-cerebro en su desarrollo, destacando la influencia de la microbiota intestinal. La disbiosis intestinal, es decir, el desequilibrio en la composición de la microbiota, puede contribuir a la neurodegeneración a través de mecanismos como la activación del sistema inmunológico, la alteración de la barrera hematoencefálica y la producción de metabolitos con impacto en el sistema nervioso central. Este trabajo revisa la evidencia científica más reciente sobre estas interacciones y analiza estrategias terapéuticas dirigidas a modular el microbioma con el objetivo de ralentizar el deterioro neurológico.
Objetivos:
El objetivo de esta revisión es sintetizar la evidencia científica disponible sobre la relación entre la microbiota intestinal y las enfermedades neurodegenerativas, con un enfoque específico en el Alzheimer y el Parkinson. Se analizaron estudios que investigaron las alteraciones microbianas presentes en estos pacientes y los mecanismos a través de los cuales la disbiosis intestinal podría influir en la progresión de estas enfermedades. Además, se exploraron estrategias terapéuticas propuestas en la literatura para la modulación del microbioma y su posible impacto en la neurodegeneración, con el fin de identificar enfoques prometedores para futuras investigaciones y aplicaciones clínicas.
Metodología:
Se llevó a cabo una revisión de literatura no cuantitativa sobre la relación entre la microbiota intestinal y las enfermedades neurodegenerativas, con un enfoque específico en el Alzheimer y el Parkinson. La búsqueda de artículos se realizó en bases de datos académicas como PubMed, Scopus y Web of Science, utilizando términos clave como “gut microbiota”, “Alzheimer’s disease”, “Parkinson’s disease”, “dysbiosis”, “probiotics”, “prebiotics” y “fecal microbiota transplantation”. Inicialmente, se identificaron 345 estudios publicados entre 2020 y 2024. Tras aplicar criterios de inclusión, que consideraban artículos de acceso libre, revisiones sistemáticas y metaanálisis con metodología claramente descrita, se seleccionaron 123 estudios. Posteriormente, se priorizaron 20 revisiones sistemáticas y metaanálisis que cumplían con estándares de calidad y relevancia para el tema. Se analizaron los cambios en la composición de la microbiota en pacientes con Alzheimer y Parkinson, identificando patrones específicos de disbiosis. Además, se examinaron las estrategias terapéuticas descritas en la literatura, incluyendo el uso de probióticos, prebióticos, el trasplante de microbiota fecal y el impacto de la dieta mediterránea en la reducción del riesgo de neurodegeneración.
Resultados:
Los estudios revisados indican que los pacientes con Alzheimer y Parkinson presentan alteraciones específicas en su microbiota. En numerosos estudios, se ha reportado un aumento de bacterias proinflamatorias como Akkermansia y Bacteroides, acompañado de una reducción de especies beneficiosas como Lachnospiraceae y Ruminiclostridium. Este desequilibrio ha sido asociado con un aumento de la neuroinflamación y una mayor permeabilidad de la barrera hematoencefálica, lo que podría contribuir a la progresión de la neurodegeneración.Además, diversos estudios experimentales han señalado que la modulación de la microbiota mediante probióticos, prebióticos o trasplante fecal puede mejorar la función cognitiva y motora en modelos preclínicos y en algunos estudios en humanos. En cuanto a la dieta mediterránea, un metaanálisis incluido en la revisión reportó que su consumo se asoció con una reducción del 41% en el riesgo de desarrollar Alzheimer, aunque estos resultados varían entre estudios y dependen de factores como la adherencia a la dieta y el diseño metodológico de cada investigación.
Discusiones/conclusiones:
Los estudios revisados sugieren que la microbiota intestinal podría desempeñar un papel relevante en el desarrollo y la progresión de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. Tradicionalmente, la investigación se ha centrado en la acumulación de proteínas neurotóxicas en el cerebro, pero la evidencia emergente apunta a que el desequilibrio microbiano podría contribuir a la neuroinflamación y la disfunción neurológica.Si bien no se puede afirmar de manera concluyente si la alteración de la microbiota es una causa primaria o secundaria de estas enfermedades, ni si los cambios en la microbiota son un factor que exacerba los síntomas, los mecanismos involucrados siguen siendo un tema de debate. Se requiere una mayor investigación para determinar si la disbiosis intestinal es un factor causal, una consecuencia de la enfermedad o si ambos procesos ocurren simultáneamente.A partir de la literatura revisada, se podrían explorar intervenciones terapéuticas basadas en la modulación de la microbiota, como el uso de probióticos, prebióticos o trasplante de microbiota fecal. Estos enfoques podrían tener potencial para ralentizar la progresión de las enfermedades, pero es necesario realizar más estudios para validar su efectividad y determinar qué pacientes podrían beneficiarse más de tales intervenciones.
Palabras clave:
Alzheimer, Parkinson, Microbiota intestinal, Eje intestino-cerebro, revisión de literatura.
Preguntas y comentarios al autor/es
Damos cierre a nuestro espacio de diálogo del I Congreso Internacional de Jóvenes Investigadores INICIAte: Humanizando la investigación científica: la persona en el centro del proceso.
Queremos agradecer profundamente a cada ponente por su valiosa participación, por compartir sus saberes, sus preguntas y sus búsquedas. Han hecho de este espacio un verdadero lugar de encuentro y reflexión.
Nos vamos con el corazón lleno de inspiración y con la certeza de que es posible hacer ciencia desde el respeto, la humanidad y el compromiso con la persona. Esperamos reencontrarnos en una próxima edición, con nuevas voces, nuevas investigaciones y el mismo deseo de seguir creciendo juntos.
¡Hasta pronto y gracias por ser parte de este evento!
27 Comentarios
Gracias por la ponencia Marta, muy interesante todo lo relacionado con el eje intestino-cerebro. Me preguntaba si, desde su revisión, ha encontrado evidencia o tiene alguna opinión sobre estrategias preventivas frente al Alzheimer o Parkinson más allá del uso de probióticos (por ejemplo, relacionadas con la alimentación, el ejercicio, o el estilo de vida). ¿Cree que sería posible plantear alguna de estas estrategias desde etapas tempranas, como en institutos o en población adolescente, con fines preventivos a largo plazo?
¡Gracias por tu pregunta! Sí, además del uso de probióticos, la evidencia actual apunta a que hábitos como la dieta mediterránea, el ejercicio regular, la buena gestión del estrés y un sueño adecuado pueden influir positivamente en la microbiota y tener un efecto preventivo frente al Alzheimer y el Parkinson. Y definitivamente, introducir estas estrategias desde etapas tempranas como la adolescencia sería muy beneficioso, ya que es cuando se consolidan muchos hábitos de vida. Educar sobre el eje intestino-cerebro en institutos podría ser una vía muy prometedora de prevención a largo plazo.
Muchas gracias por tu respuesta, Marta. Coincido contigo en que la adolescencia es un momento clave para establecer estos estilos de vida saludables. Quizás sería útil pensar en programas educativos que integren esta perspectiva , no solo desde la biología, sino también desde un enfoque más práctico, desde la educación física ligado a la alimentación y el movimiento.
Aprovecho para comentar que hay algunos libros bastante accesibles y amenos sobre este tema, como «Es la microbiota, idiota» y «El sistema inmunitario por fin sale del armario», de la doctora Sara Arponen. Creo que son una buena forma de acercar estos conceptos tanto al público general como a estudiantes. ¡Sin duda un campo con mucho potencial para la prevención!! 🙂
Enhorabuena por el trabajo. En relación con la proyección hacia futuras investigaciones, me gustaría saber su opinión respecto a qué poblaciones considera prioritarias para continuar este tipo de estudios: ¿adultos mayores en general, personas con antecedentes familiares de demencia, o pacientes que ya presentan deterioro cognitivo leve? ¿Dónde cree que podría tener mayor impacto preventivo o terapéutico intervenir? Muchas gracias de antemano.
¡Muchas gracias por tu comentario! En cuanto a futuras investigaciones, considero que las tres poblaciones mencionadas son relevantes, pero cada una tiene un potencial distinto:
Por un lado, los adultos con antecedentes familiares de demencia serían clave para intervenciones preventivas. Estudiar cómo influye la microbiota en esta población podría ayudar a retrasar o reducir el riesgo de aparición de enfermedades neurodegenerativas.
Por otro, en personas con deterioro cognitivo leve, las estrategias de modulación de la microbiota podrían tener un impacto terapéutico temprano, ayudando a frenar la progresión hacia fases más avanzadas.
Y por supuesto, los adultos mayores en general siguen siendo una población prioritaria, especialmente porque suelen presentar alteraciones tanto en microbiota como en función cognitiva.
Finalmente, a nivel preventivo, creo que trabajar con personas con riesgo genético y estilos de vida modificables podría tener el mayor impacto a largo plazo
Muchas gracias por tu respuesta. Me parece muy interesante la propuesta para la prevención a largo plazo.
¡Muchas gracias por tu comentario! En cuanto a futuras investigaciones, considero que las tres poblaciones mencionadas son relevantes, pero cada una tiene un potencial distinto:
Por un lado, los adultos con antecedentes familiares de demencia serían clave para intervenciones preventivas. Estudiar cómo influye la microbiota en esta población podría ayudar a retrasar o reducir el riesgo de aparición de enfermedades neurodegenerativas.
Por otro, en personas con deterioro cognitivo leve, las estrategias de modulación de la microbiota podrían tener un impacto terapéutico temprano, ayudando a frenar la progresión hacia fases más avanzadas.
Y por supuesto, los adultos mayores en general siguen siendo una población prioritaria, especialmente porque suelen presentar alteraciones tanto en microbiota como en función cognitiva.
Finalmente, a nivel preventivo, creo que trabajar con personas con riesgo genético y estilos de vida modificables podría tener el mayor impacto a largo plazo.
Que interesante revision bibliográfica, hace evidente una realidad de la que se viene hablando hace un tiempo el hecho de que el sistema intestinal es un actor fundamental dentro del neurofuncionamiento del ser humano, haciendo que un mal desempeño de alguno impacte al otro, justo de este aspecto surge mi cuestionamiento, y es que aunque se han identificado patrones específicos de disbiosis intestinal en pacientes con Alzheimer y Parkinson no se tiene claridad si esta afectación intestinal es causa o consecuencia de la neurodegeneración, es por esto que mi pregunta para ti como investigadora es ¿Cómo crees que podrían diseñarse estudios que permitan establecer una relación causal más clara?
¡Muchísimas gracias por tu reflexión, la comparto totalmente! Efectivamente, uno de los grandes retos actuales es dilucidar si la disbiosis intestinal es causa o consecuencia del proceso neurodegenerativo. Para establecer una relación causal más clara, creo que sería clave diseñar estudios longitudinales, que sigan a personas sanas a lo largo del tiempo, analizando su microbiota y función cognitiva en paralelo. Esto permitiría ver si los cambios microbianos preceden al deterioro cognitivo.
También sería muy útil trabajar con grupos de riesgo (como personas con antecedentes familiares o deterioro cognitivo leve), e incorporar análisis de biomarcadores, neuroimagen y metagenómica. Incluso podrían usarse ensayos clínicos controlados donde se modulen intencionadamente ciertas cepas bacterianas para observar su efecto en parámetros neurológicos.
En definitiva, la integración de datos clínicos, biológicos y conductuales es lo que permitirá avanzar hacia respuestas más concluyentes. ¡Gracias de nuevo por tu interés!
¡Muchísimas gracias por tu reflexión, la comparto totalmente! Efectivamente, uno de los grandes retos actuales es dilucidar si la disbiosis intestinal es causa o consecuencia del proceso neurodegenerativo. Para establecer una relación causal más clara, creo que sería clave diseñar estudios longitudinales, que sigan a personas sanas a lo largo del tiempo, analizando su microbiota y función cognitiva en paralelo. Esto permitiría ver si los cambios microbianos preceden al deterioro cognitivo.
También sería muy útil trabajar con grupos de riesgo (como personas con antecedentes familiares o deterioro cognitivo leve), e incorporar análisis de biomarcadores, neuroimagen y metagenómica. Incluso podrían usarse ensayos clínicos controlados donde se modulen intencionadamente ciertas cepas bacterianas para observar su efecto en parámetros neurológicos.
En definitiva, la integración de datos clínicos, biológicos y conductuales es lo que permitirá avanzar hacia respuestas más concluyentes. ¡Gracias de nuevo por tu interés!
Este estudio me ha parecido súper interesante y se nota el esfuerzo por reunir y analizar tanta evidencia actualizada. Me llamó especialmente la atención porque, como muchas personas, yo también tenía interiorizada la idea de que la relación entre el cerebro y el sistema digestivo era principalmente en una dirección: que el estrés, la ansiedad u otros factores mentales afectaban la microbiota. Pero descubrir que también puede funcionar en sentido inverso, que un desequilibrio intestinal pueda influir en el desarrollo o empeoramiento de enfermedades neurodegenerativas, me parece fascinante.
Me quedé con una duda: en las enfermedades que mencionas, como el Parkinson, ¿se ha estudiado si hay una causa mental previa que desencadene el deterioro de la microbiota, o más bien se parte de casos en los que ya hay un problema digestivo fuerte que acaba afectando al sistema nervioso?
¡Muchísimas gracias por tu comentario, me alegra mucho que te haya resultado interesante! Sobre tu duda: efectivamente, durante mucho tiempo se pensó que la relación era unidireccional, del cerebro al intestino. Pero hoy sabemos que el eje intestino-cerebro funciona en ambas direcciones.
En el caso del Parkinson, algunos estudios muestran que los síntomas digestivos pueden aparecer incluso años antes que los neurológicos. Se ha observado, por ejemplo, que muchos pacientes presentan estreñimiento crónico mucho antes del diagnóstico, lo que sugiere que la disbiosis intestinal podría ser un factor temprano, y no solo una consecuencia.
Aun así, también hay investigaciones que señalan que el estrés crónico o trastornos del estado de ánimo podrían alterar la microbiota, creando un ciclo donde ambos sistemas se retroalimentan negativamente. Por eso, hoy en día se habla de una interacción compleja, donde ni el cerebro ni el intestino van por separado.
Hola!! Realmente muy interesante tu estudio. Quería preguntarte, desde qué grupo eterio consideras pertinente realizar prevención de trastornos neurológicos desde la nutrición ? Muchas gracias
También quería preguntarte si en algunas de esas revisiones mencionan que otros trastornos neurológicos o psiquiátricos pueden verse influenciado por desequilibrios en la microbiota?
¡Muchas gracias por tu interés! En cuanto a la prevención, cada vez hay más consenso en que lo ideal sería comenzar desde etapas tempranas, incluso en la adolescencia, cuando se consolidan muchos hábitos alimentarios y de estilo de vida. Una buena salud intestinal desde jóvenes podría tener un papel protector a largo plazo frente a trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer o el Parkinson.
Respecto a otros trastornos, sí, muchas de las revisiones también señalan vínculos entre desequilibrios en la microbiota y trastornos psiquiátricos como la depresión, la ansiedad, el TDAH o incluso el autismo. Aunque aún se está investigando mucho, se ha visto que el microbioma puede influir en la producción de neurotransmisores, en la inflamación cerebral y en el estado anímico.
Teniendo en cuenta la variabilidad individual en la composición de la microbiota, ¿cree usted que en el futuro será viable diseñar intervenciones terapéuticas personalizadas ,como dietas específicas, probióticos dirigidos o trasplantes de microbiota, adaptadas al perfil microbiano de cada paciente con Alzheimer o Parkinson? ¿Y qué obstáculos actuales considera que dificultan esta personalización clínica?»
¡Muchísimas gracias por la pregunta! Sin duda, uno de los grandes objetivos actuales es lograr intervenciones personalizadas basadas en el perfil microbiano de cada persona. La idea de diseñar dietas, probióticos específicos o incluso trasplantes de microbiota dirigidos según el microbioma individual tiene un enorme potencial, especialmente en enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson, donde la intervención temprana puede marcar la diferencia.Sin embargo, aún hay obstáculos importantes, como: la alta variabilidad entre individuos y la falta de un “microbioma ideal” de referencia, por otro lado la dificultad para determinar si ciertos perfiles microbianos son causa o consecuencia de la enfermedad, y por ultimo la necesidad de ensayos clínicos a gran escala que validen la eficacia y seguridad de estas terapias personalizadas.
Aun así, la dirección es prometedora. Con más investigación y herramientas de análisis más precisas, es probable que en el futuro podamos hablar de microbiotas a medida como parte de un enfoque clínico más integrador y preventivo.
Hola Marta, gransiosa investigación. Me preguntaba ¿Qué impacto tienen las alteraciones en la microbiota intestinal sobre el estado emocional y los síntomas psicológicos en pacientes con enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson, y cómo puede la modulación de esta microbiota influir en la calidad de vida desde una perspectiva psicológica?
Gracias por tu pregunta y por tus palabras. Las investigaciones actuales indican que las alteraciones en la microbiota intestinal pueden influir directamente en el estado emocional y psicológico de pacientes con enfermedades neurodegenerativas. Por ejemplo, se ha observado que en el Alzheimer y el Parkinson, la disbiosis intestinal puede aumentar la inflamación sistémica y afectar la producción de neurotransmisores como la serotonina o el GABA, lo que puede agravar síntomas como la ansiedad, la apatía o la depresión.
Desde una perspectiva psicológica, modular la microbiota —mediante dieta, probióticos o intervenciones integradoras— podría no solo ralentizar el deterioro cognitivo, sino también mejorar el estado de ánimo y la calidad de vida. Aunque aún se necesita más evidencia clínica, los resultados preliminares son muy esperanzadores.
Me ha encantado tu trabajo. Me parece muy interesante el papel que tiene la microbiota para todo en nuestro día a día, y que poco a poco se va aprendiendo más sobre ello.
Te quería preguntar si crees que este desajuste de la microbiota del que hablas podría ser debido entre otras cosas a la medicación que las personas con Parkinson o Alzhéimer se toman debido a su enfermedad.
Gracias!!
¡Gracias por tu mensaje, me alegra mucho que te haya gustado el trabajo! Y sí, tu pregunta es muy pertinente: la medicación puede influir notablemente en la composición de la microbiota intestinal, especialmente en personas con enfermedades crónicas como el Parkinson o el Alzheimer.
De hecho, algunos fármacos comúnmente utilizados, pueden alterar el equilibrio microbiano, reduciendo la diversidad o favoreciendo el crecimiento de bacterias menos beneficiosas.
Esto puede generar un círculo vicioso, donde el tratamiento necesario para los síntomas empeora el estado de la microbiota, y a su vez, esta alteración influye negativamente en la evolución de la enfermedad.
Por eso, se está empezando a hablar de la necesidad de diseñar tratamientos más “microbiota-friendly”, o incluso combinar la medicación con probióticos o estrategias dietéticas que protejan el equilibrio intestinal.
Buenas tardes/noches!! Realmente me llamó la atención la investigación, enhorabuena por aventurarte a explorar este campo.
Ahora bien, tengo dos preguntas:
– ¿La disbiosis intestinal puede deberse a factores genéticos? ¿Existen personas más proclives a desarrollar este cuadro?
– ¿Cuáles terapias podrían favorecer la prevención de dicho cuadro?
Muchas gracias por compartir tu proyecto y propiciar la reflexión sobre el tema.
Para corregir la segunda pregunta:
¿Existen otras terapias que permitan prevenir la disbiosis intestinal, aparte de las mencionadas en la investigación?
Buenas noches Marta.
En primer lugar, ¡enhorabuena por el gran trabajo y la ponencia!
Desde mi punto de vista, el artículo presenta una revisión muy bien fundamentada y clara sobre la relación entre microbiota intestinal y enfermedades neurodegenerativas. No obstante, me gustaría preguntar acerca de las estrategias terapéuticas analizadas: ¿se identificó alguna intervención (como el uso de probióticos, prebióticos, trasplante fecal o dieta mediterránea) que haya demostrado una mayor eficacia o respaldo científico en comparación con las demás? Sería interesante conocer si alguna de ellas se destaca particularmente en los estudios revisados.
Muchas gracias de antemano.
Hola Marta!
Qué excelente investigación. Quería preguntarte, ya que es un tema muy reciente, cuáles son los últimos hallazgos sobre la prevención y cuidado de la microbiota? Gracias!
Hola! Me ha llamado la atención que varios estudios señalan alteraciones específicas en la microbiota de pacientes con Alzheimer y Parkinson. ¿Crees que en el futuro podría usarse la microbiota como una herramienta diagnóstica temprana, incluso antes de que aparezcan los primeros síntomas neurológicos?
Muchas gracias.
¡Hola! Soy Ana Morales, estudiante de Psicología de la UCAB (Venezuela). Me parece interesantísimo tu trabajo, y fascinante los nuevos hallazgos acerca de la relación intestino-cerebro. Especialmente, me llamó la atención el estudio metaanalítico que mencionas, cuyos resultados indican que el consumo de una dieta mediterránea se asoció en una impresionante magnitud con la reducción del riesgo de desarrollar Alzheimer. Me motiva a investigar si estudios adicionales pueden apoyar estos hallazgos, pues significaría que si la población general hiciera cambios en su alimentación y estilo de vida, sería posible prevenir en algunos casos el riesgo de las enfermedades neurodegenarativas. Gracias por tu trabajo y saludos.
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